Un nuevo hogar en el Campo de Belchite

Me llamo Diana Pinto y tengo 22 años. El 2 de septiembre empecé esta experiencia de prácticas en España y, a pesar de estar en otro país, me siento sorprendentemente como en casa. Viniendo de un pequeño pueblo en Portugal, encontré en Lécera una comunidad acogedora, donde toda la gente se conoce y siempre está lista para recibir caras nuevas. Aquí, empezando con una breve conversación o con una simple invitación a un café – que, como lo sabemos, nunca es solo un café – me recibieron con los brazos abiertos.

Aunque vivo en Lécera, estoy de prácticas en Belchite donde tuve la suerte de encontrar un equipo fantástico en ADECOBEL. Desde el primer día, cada miembro del equipo ha hecho todo lo posible para integrarme y asegurarse de que me sienta cómoda y apoyada, siendo algo bastante importante para mi adaptación. Además del apoyo del equipo, una de las experiencias que más me gustó fue la visita al Pueblo Viejo de Belchite.  No conocía la historia de este lugar hasta ahora, y confieso que caminar por las calles en ruinas e imaginar lo que se vivió allí fue una experiencia inolvidable. Es un lugar cargado de recuerdos, que nos hace reflexionar sobre la historia y sus marcas.

Durante los fines de semana, en el transcurso de este tiempo, todos los caminos fueron a parar a las fiestas de Lagata, donde la música, el baile y la convivencia con la población local y con la gente de los alrededores dominaban el ambiente. Entre todo esto, lo que más destacó fueron las famosas peñas, algo que desconocía, pero que rápidamente me di cuenta del papel de esta tradición, tan conocida en España. Una tradición que da vida a las fiestas de este país hasta de madrugada.

Además de Belchite y Lagata, también tuve la oportunidad de explorar Zaragoza, el corazón de la región. Pasear por sus calles, conocer la riqueza cultural e histórica, con impresionantes monumentos como la Basílica del Pilar y el Palacio de la Aljafería, y sentir la vibrante energía de la ciudad fue una experiencia única.

Para concluir, solo me queda decir que, a pesar de tener hasta el 16 de octubre, siento que el tiempo está pasando demasiado rápido. Cada día en Lécera y Belchite ha sido especial, no solo por los lugares que he conocido, sino sobre todo por las personas que me recibieron de forma tan cálida. Sé que será difícil decir adiós cuando llegue el día, porque este lugar ya ocupa un lugar en mi corazón. Hasta entonces, aprovecharé cada momento al máximo, sabiendo que echaré mucho de menos esta vivencia.

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