El final de un capítulo

Por Diana Pinto. Mi experiencia de ERASMUS Rural en Lécera -trabajando en ADECOBEL -está a punto de terminar. Después de seis semanas en el Campo de Belchite, puedo decir que la experiencia ha sido mucho más que una simple oportunidad profesional; ha sido una auténtica inmersión en la vida y la cultura de una región española que muchos desconocen. A diferencia de lo habitual, no he ido a una gran ciudad. Me dieron la oportunidad de aventurarme en el interior de España, donde he descubierto pequeños paraísos y lugares llenos de historia y tradiciones, muchas veces olvidados, pero con mucho que ofrecer. Esta ha sido mi manera de evitar lo obvio y darle una oportunidad a zonas menos exploradas; y el resultado ha sido absolutamente enriquecedor

Con el tiempo, además de conocer algunos de los pequeños tesoros escondidos en el interior de España, también he tenido el privilegio de conocer de cerca la cultura de Aragón. ¡Incluso he jugado con la idea de llevarme las “peñas” aragonesas a casa y formar una con mis amigos! Cada lugar que he visitado y cada persona que he conocido me ha mostrado una España diferente, llena de tradición y autenticidad. 

Además de la parte cultural, esta experiencia ha sido clave para mi crecimiento personal. Mejorar mi español y aprender más sobre la importancia del desarrollo rural han sido algunos de los beneficios, porque lo más importante ha sido aprender a ser más independiente y a confiar en mis propias habilidades. Cada desafío, desde adaptarme a un nuevo entorno hasta trabajar en ADECOBEL -una asociación tan importante e imprescindible y que tanto ha trabajado en esta comarca para que todos los días siempre hay un avance-, ha sido una lección y un impulso para convertirme en una versión más fuerte de mí misma.

Por supuesto, las personas que he conocido también han tenido un gran impacto. Al llegar, me recibieron con una hospitalidad increíble. Desde el primer momento, se preocuparon genuinamente por mí: me llamaban para todo, se aseguraban de incluirme en sus planes, y nunca faltaron las invitaciones para pasear y conocer más sobre el territorio. Sentirme tan acogida y siempre incluida hizo que mi corazón se llenara de calidez. Esa generosidad y cuidado me enseñaron que es en lo desconocido donde encontramos las mayores sorpresas y los lazos más valiosos. Así que, para todos aquellos que me recibieron con los brazos abiertos, aquí va mi invitación: siempre tendréis una puerta abierta en Portugal. Estaré encantada de que vengáis a conocer mi realidad, nuestras tradiciones, nuestras fiestas y, por supuesto, el sabor de nuestra cocina.

Quiero también hacer un llamamiento: quien tenga la oportunidad, que participe en un programa Erasmus, ya sea en una ciudad o en una zona rural. Salir de la zona de confort y conocer nuevas culturas y formas de vida es algo que cambia nuestra perspectiva del mundo y nos transforma para mejor. Estoy segura de que, al igual que yo, muchos descubrirán lo fundamentales que son estas experiencias para el crecimiento personal y profesional. 

Finalmente, os dejo este mensaje: aprovechad la vida y todas las oportunidades que se presenten, y no dejéis que el miedo os impida vivir nuevas experiencias. Yo, que al principio tenía miedo de venir sola a un pequeño pueblo en el interior de otro país, hoy escribo estas líneas con el deseo de volver a vivir ese primer día y experimentar todo otra vez. 

A todos los que habéis formado parte de este viaje, mi más sincero agradecimiento. Me voy de Lécera con el corazón lleno, con la esperanza de que nos volvamos a encontrar, y con la certeza de que, al final, no importa tanto el lugar, sino las personas y los momentos que hacen la diferencia. Un saludo de la portuguesa.

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